EFEMÉRIDES: BATALLA DE MOQUEGUA – CAMPAÑA PUERTOS INTERMEDIOS

BATALLA DE MOQUEGUA

El 21 de enero de 1823, ambos ejércitos se volvieron a enfrentar, quebrada del Cementerio de por medio. A las 8 a.m. del día 21 de enero los realistas avistaron al ejército unido formado en batalla teniendo su izquierda apoyada en las casas de Moquegua. Su línea  de infantería se extendía a lo largo de un terreno defendido por un  barranco escarpado (aledaños del Gobierno Regional de Moquegua). El camino real Moquegua-Samegua estaba protegido por su artillería no así la derecha de su línea formada por una árida elevación que se encontraba desguarnecida. La escasez de municiones, las rencillas entre los jefes, la moral del soldado afectada por el contraste del 19, y más que todo, las desacertadas disposiciones del general Alvarado, dieron por resultado una nueva derrota para los republicanos. El Ejército Unido se dispersó desordenadamente abandonando el campo de batalla, a excepción de los “Granaderos a Caballo de San Martín” al mando del comandante Juan Lavalle quien ordenó cubrir la retirada. Cuando la caballería realista de Francisco Solé se lanzó en persecución de los dispersos, los Granaderos cargaron sobre la caballería realista deteniéndola y logrando evitar que los infantes fueran cercados y pudieran alejarse. Varias veces repitió el regimiento esta acción ganándose el respeto de los jefes realistas ante tan bizarro proceder. 

Ricardo Palma escribió la tradición “Una Frase Salvadora” sobre los “Granaderos de San Martín” caídos valerosamente en Moquegua: Los mil quinientos dispersos de Alvarado, perseguidos de cerca por el formidable ejército realista, desesperaban por llegar al puerto de Ilo, para reembarcarse en los transportes del Almirante Guise y salvarían de ser victimados. Doscientos veinte granaderos a caballo, del comandante don Juan Lavalle, se encargaron de proteger una retirada con el aspecto de ¡sálvese el que pueda¡. El enérgico Lavalle, siempre que veía a los infantes próximos a ser envueltos por el enemigo, se lanzaba con sus granaderos, sable en mano, sobre las columnas realistas, dando así lugar a los patriotas para adelantar camino. Y de estas cargas dio cuatro, saliendo de cada una de ellas con veinte o treinta hombres menos; pero  el objeto estaba conseguido. Los mil quinientos infantes se alejaban siquiera una milla de sus perseguidores. Después de la cuarta arremetida, Lavalle contó su gente. ¡Ciento quince hombres! Los demás sucumbieron heroicamente.

El balance de la batalla fue desastroso para los republicanos quienes tuvieron 700 hombres muertos y más de 1.000 prisioneros. Las bajas totales realistas fueron estimadas en 150 muertos y 250 heridos. El Ejército Libertador del Sur fue completamente destruido. Fue un serio descalabro para los independentistas; de los 4.300 hombres que partieron de Lima sólo retornaron aproximadamente 1.500. Después de la batalla, por defender la causa de la independencia, la Ciudad de Moquegua fue sometida a 15 días de horror. Inicialmente se dio orden de degüello; por intermediación frailes españoles del Colegio de Propaganda, se cambió por orden de saqueo general. El dinero en efectivo robado, las recuas confiscadas y los daños causados en viñas y bodegas del valle se valorizaron en 3 millones de pesos. Esta deuda con Moquegua no fue reconocida por la nueva República Peruana, hasta 1871, por considerarla parte de la impagable deuda española.

Fuente: Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú

Área de Prensa

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