EFEMÉRIDES: 19 DE ENERO DE 1823 BATALLA DE TORATA – CAMPAÑA A PUERTOS INTERMEDIOS

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LA BATALLA DE TORATA

Durante la segunda campaña de intermedios, expedición militar que buscaba combatir al ejército realista en el sur del Perú y consolidar la independencia del Perú, se llevaron a cabo varias batallas. El 19 de enero de 1823 se enfrentaron en las alturas de Torata (Moquegua) el ejército libertador del sur al mando del general Rudecindo Alvarado contra el ejército realista comandado por el brigadier Jerónimo Valdés.

General Rudecindo Alvarado

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Brigadier Jerónimo Valdez

Valdez distribuyó sus fuerzas entre Moquegua, Omate, Torata y otros pueblos cercanos, para poder  reconcentrarlos en poco tiempo.

Alvarado movió su ejército a Tacna solo “impelido de la necesidad de alimentar al ejército, y tratando de preservarlo de los estragos que habían comenzado a sentirse por la insalubridad del clima de Arica” (Odriozola, 1873, t. V, p. 231).

Llegó a Locumba la noche del 13 de enero; el 16 penetró en la quebrada de Moquegua y el 17 alcanzó La Rinconada, al tiempo que Valdez dejaba Moquegua y se replegaba a Torata, buscando atraerlo al interior.

El 18, luego de un tiroteo de avanzadas, el Ejército Patriota entraba en Moquegua. El 19, muy temprano, Alvarado dejaba esta posición moviéndose hacia Torata.

Viendo al enemigo concentrarse en Yacango, Alvarado ordenó romper los fuegos sobre esa posición.

Valdez, temiendo que una fuerza patriota amenazara su retaguardia, movió en esa dirección, a la columna del coronel García Camba.

Creyendo Alvarado tener cercano el triunfo, ordenó el avance de las Compañías de Cazadores y cuatro Batallones de Infantería, provocando el calculado repliegue de Valdez que se detuvo al llegar a los Altos de Torata. Habiendo recibido aviso de que Canterac estaba próximo, Valdez aceptaba la batalla, escalonado su ejército en las faldas del cerro Valdivia, dominando el camino a Puno.

Situó a su izquierda al Batallón del Centro y ocupando en los altos a una parte del Batallón Gerona y  dos mitades del Escuadrón Cazadores Montados; a la derecha, el resto del Batallón Gerona; y a  retaguardia los Escuadrones de Dragones de Arequipa.

En el lado patriota, la Legión Peruana, al mando del teniente coronel Pedro de La Rosa Alvarado, formó a la derecha, dando frente al pueblo de Torata; el Regimiento Río de la Plata, a las órdenes del coronel Correa, se situó en el centro, con barrancos profundos a los lados; y a la izquierda se colocaron el  Batallón Nº 4 de Chile, llevando por jefe al teniente coronel Sánchez y el Batallón Nº 11 de los Andes,  mandado por el teniente coronel Deza, quedando el Batallón Nº 5 de Chile a retaguardia, con la  caballería y dos piezas de artillería.

Avanzó la Legión Peruana en columnas paralelas sobre la izquierda,  y a riesgo de ser alcanzado por la fusilería enemiga se adelantó su jefe, para lanzar un reto al enemigo (Miller, 1829, t. II, p. 20).

Tamaña temeridad enardeció el valor de los peruanos, que plantándose a pie firme rechazaron las  sucesivas cargas de las veteranas tropas enemigas. Se desplegó parte del Batallón Gerona, que cargó haciendo fuego y ganando terreno.

En apoyo de la Legión Peruana, cuyos claros evidenciaban que empezaba a sufrir muchas bajas, entró en la lucha el Batallón Nº 4, “destrozando cuanto español se le presentaba, sin cuartel ni compasión” (Archivo San Martín, 1910, t. VIII., p. 148); era la furia de los negros peruanos que integraban ese cuerpo, contra los que cargó a la bayoneta otro Batallón enemigo.

Entretanto, los Batallones del Regimiento Río de la Plata eran acometidos desde la altura por los Escuadrones de Cazadores Montados, mientras los Escuadrones de Dragones cerraban el camino real.

En ese trance crucial, poco antes de las cuatro de la tarde, hizo su aparición Canterac, a quien Valdez cedió de inmediato el mando. 

Entendiendo que era preciso reanimar a sus batallones que empezaban a ceder terreno, Canterac ordenó arremeter por derecha a tres compañías del Batallón Gerona que no habían entrado aún en combate; y  las eligió ex profeso, pues estaban integradas casi exclusivamente por españoles.

Viendo retroceder a los patriotas, Canterac creyó llegado el momento de arriesgarlo todo, y dispuso un ataque general en el resto de la línea, empleando toda la fuerza de infantería y caballería disponible.

Los Batallones 4 de Chile y 11 de los Andes, después de esforzada resistencia, se vieron arrollados y no pudieron rehacerse, arrastrando en su derrota al Batallón Nº 5 que intentó apoyar la defensa.

Pero la  Legión Peruana no retrocedió ante la carga del Batallón del Centro que debió recibir el apoyo de los Dragones de Arequipa y de los Cazadores Montados para doblegar una resistencia a todas luces heroica.

Próxima a caer la noche los restos de la Legión Peruana aún resistían. Y solo al notar que había perdido gran parte de su Batallón, su comandante ordenó la retirada, conduciéndola con serenidad y destreza, en seguimiento de los restos de otros batallones que iban ya camino de Moquegua.

Esa retirada fue posible porque actuaron con oportunidad las dos piezas de artillería patriota situadas en una altura, cuyo certero fuego detuvo la persecución realista.

El mayor elogio para la Legión Peruana lo hizo Canterac, al decir que se retiró “a toque de corneta y en el mayor orden” (Vargas, 1906, t. II, p. 34).

El miliciano moqueguano Tomás de Lanza, que siguió la campaña, escribió: “La Legión Peruana mandada por el mayor La Rosa, se portó lo mejor que se esperaba, pues rechazó por tres veces a la caballería enemiga, con pérdida de caballos y jinetes” (Archivo San Martín, 1910, t. VIII, p. 146).

Las bajas patriotas sumaron 700 hombres y las de los realistas 250.

ÁREA DE PRENSA

Fuente Bibliográfica: Libro “BICENTENARIO DEL EJÉRCITO DEL PERÚ REPUBLICANO 1821 – 2021”
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