Colaboración: Sr. Guillermo Sánchez Ortiz – Historiador del Ejército del Perú
En los primeros días de febrero de 1882, el general Andrés A. Cáceres, jefe superior político y militar de los departamentos del centro, y el ejército de la resistencia emprendió la marcha de Pucará hacía la ciudad de Ayacucho, afín de incrementar las fuerzas bajo su mando con la división del coronel Arnaldo Panizo, comandante general de las fuerzas acantonadas en dicho lugar.
Apenas llegó a Huancavelica, Cáceres envió comunicación a varios jefes de las tropas reunidas en Ayacucho, exhortándolos a desconocer al coronel Panizo, quien se mostraba renuente a incorporar su división al ejército de la resistencia; pero estos jefes rechazaron el llamado, llegando a apresar al coronel Remigio Morales Bermúdez, prefecto y comandante general del departamento de Ayacucho, quien había manifestado su adhesión a la causa nacional.
En la mañana del 18 de febrero Cáceres y sus hombres salieron de Acobamba con el propósito de avanzar ese día hasta el pueblo de Julcamarca, lugar situado a 8 leguas y media de Ayacucho.
Cuando el grueso de las fuerzas se hallaba en la mitad del ascenso de la cuesta que los separaba del poblado, ya entrada la noche, se desató una terrible tempestad.
La lluvia, granizo y rayos pronto convirtió el paso de los desfiladeros en una cadena interminable de precipicios, sembrando la muerte y la confusión general en la hueste patriota, perdiéndose casi la totalidad de las acémilas que conducían los abastecimientos y numeroso armamento.
Recreación en carboncillo del artista Josué Váldez Lezama (1)
El ejército de la resistencia sufrió la pérdida de cuatrocientos doce hombres.
En la mañana siguiente los sobrevivientes pudieron acampar en la misma plaza de Julcamarca, siendo auxiliados por los comuneros y el gobernador, quienes les proporcionaron ropa, frazadas, bebidas calientes y alimentos, asimismo pellejos de res para confeccionar “ojotas”.
El día 20 Cáceres y sus hombres continuaron su penosa e increíble marcha, llegando a Ayacucho en la tarde del 22 de febrero, dispuestos a imponer obediencia a Panizo y su división, si no se sometían de buen grado.
Guillermo Sánchez Ortiz Historiador del Ejército del Perú
ÁREA DE PRENSA
Centro de Estudios Histórico Militares del Perú 